Los collares antiparasitarios llevan ya unas décadas en el mercado y ha sido en las dos últimas cuando han mejorado mucho, pues lo cierto es que los primeros que salieron a la venta no eran muy eficaces.
Ahora son una manera cómoda de luchar contra los parásitos, pues se lo ponemos al perro y nos olvidamos de aplicar más tratamientos durante unos meses.
¿Qué son estos collares?
Como indica su nombre, no es más que un collar similar al que le ponemos para enganchar la correa, de un material plástico y que va impregnado con uno o varios insecticidas que se van distribuyendo por el pelo del animal.
Gracias a los avances en los procesos de fabricación, los collares son cada vez mejores, liberando los insecticidas que llevan de una forma controlada durante más tiempo, lo que significa que funcionan a lo largo de varios meses.
En el mercado los hay de distintos tipos, aunque lo normal es que sean efectivos contra las pulgas, las garrapatas y que repelan los mosquitos, durando más con las pulgas que parece que son más fáciles de eliminar.
A su vez, también tenemos los repelentes que en sí no matan a los parásitos, sino que se supone que impiden que se acerquen a los perros con sustancias que no son tóxicas, por lo que pueden ser un buen complemento para cachorros muy pequeños.
¿Cómo se ponen?
Una de las mayores ventajas de los collares, frente a otros antiparasitarios, es la limpieza y la facilidad de uso. Aquí no hay líquidos ni aerosoles, por lo que no manchamos al perro en ningún momento.
A la hora de ponerlo hay que seguir las instrucciones del fabricante, aunque solo hay que sacarlo de la caja y colocarlo, ajustándolo para que no baile y sin apretar demasiado.
La medida que se suele usar es la de “los dos dedos”, por lo que si podemos meter dos dedos entre el collar y el cuello del perro no está demasiado apretado. Si vemos que tras hacer eso queda muy holgado, lo mejor es cerrarlo un poco más.
Podemos comprarlos en un par de medidas y casi siempre nos va a sobrar un trozo, que hay que cortar para que no vaya golpeando al animal.
¿Por qué se lo debemos poner a nuestro perro?
Cuando avanza la primavera empiezan a aparecer los parásitos, en especial en zonas en donde hay muchos animales como los corrales de ovinos, caprinos, etc. Además, los zorros, las liebres y los conejos suelen estar llenos a partir de finales de abril.
Si el perro sale al campo, lo más probable es que vuelva con parásitos y lo mismo ocurre en los parques de las ciudades, zonas en las que las concentraciones de perros son altas.
Aquí, en la ciudad, también habrá pulgas y garrapatas, parásitos que se alimentan de la sangre del perro y que le pueden contagiar enfermedades, siendo más peligrosas las garrapatas que incluso llegan a “engancharse” en nuestro cuerpo, algo que no es agradable.
Esto lo evitamos con los collares antiparasitarios, siempre que sean de calidad, ya que notaremos que con él nuestro mejor amigo ya no tiene parásitos, aunque hemos de saber que tarda en actuar alrededor de tres días, el tiempo que necesita el insecticida para distribuirse por todo el cuerpo de nuestra mascota.
¿Qué precauciones debemos tener?
Son productos muy seguros, pero hay que tener una serie de precauciones con el fin de que no dañen a los perros y duren más tiempo.
Así, hay que revisar el cuello del perro, en especial la zona de la hebilla. Es de plástico, pero si el animal tiene la piel delicada, es posible que le haga alguna herida por el rozamiento, momento en el que se lo quitaremos.
Es normal que tenga menos pelo en la del collar, pero no debe haber calvas ni rojeces, lo que podría indicar que estamos ante un perro alérgico.
Otra medida es retirarlo cuando bañamos a nuestra mascota. Se supone que aguantan el agua, pero es mejor que se mojen lo menos posible, así que al bañar al perro se lo quitamos, lo limpiamos con una servilleta de papel y lo guardamos para colocarlo una vez que el animal esté seco.
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