Hay varios trucos que le podemos enseñar a nuestro perro, con los cuales presumiremos ante los amigos y divertirnos un rato, además de sentirnos muy orgullosos del animal cuando todo el mundo se queda mirando.
Uno de ellos es gatear o arrastrarse por el suelo, un movimiento que no es natural en los perros, pero que pueden aprender de una manera muy sencilla con un poco de trabajo y unos premios.
Antes tiene que aprender unas órdenes previas
No podemos comenzar a enseñar la orden “gatea”, sin que antes haya memorizado unos comandos previos, como son sentarse y estarse quieto, los cuales son aún más sencillos de enseñar, en especial si lo hacemos cuando son cachorros.
De todas formas, un perro adulto también los puede aprender, al igual que el gateo, aunque nos costará un poco más y debemos ser más pacientes, repitiendo las sesiones y haciéndolas algo más cortas.
¿Cómo le enseñamos a gatear?
Tenemos que ir a un sitio tranquilo en donde el animal no tenga estímulos que lo distraigan, como una habitación de la casa, nuestro jardín, un parque sin mucha gente, etc.
Allí le damos la orden de que se siente y luego que se esté quieto. Enseguida, y sin esperar demasiado para no cansar al perro, lo que hay que conseguir es dirigirlo hacia el suelo.
Podemos llevarlo a cabo de varias maneras, bien con la orden “túmbate” si la conoce, aunque es más espectacular si lo hace desde la posición sentado, por lo que cuando ya está así le enseñamos una golosina que no le daremos si se levanta.
Llamando su atención hacemos que vaya mirando su snack favorito y lo movemos hacia el suelo, con la idea de que se tumbe por sí solo, pero cuando lo haga no le vamos a dar el premio, pues queremos que gatee.
Por eso, tenemos que alejarnos un poco enseñándole la chuchería. Si se arrastra por el suelo decimos “gatea” y entonces lo premiamos.
Esto hay que repetirlo varias veces sin cansarlo, volviendo a empezar al día siguiente hasta que comience a gatear cuando se lo pedimos, dándole siempre su premio si lo hace bien, en el momento justo que es al ponerse a gatear.
El clicker puede sernos útil, una herramienta que no es más que una chapa que hace un sonido, tras lo cual lo recompensamos. Se usa mucho en el adiestramiento en positivo, pues el perro asocia el “clic” a un estímulo y estará pendiente del clicker, lo que ayuda a que esté centrado en el adiestramiento y no se distraiga con nada.
Al principio es posible que cueste un poco
Nada más empezar es posible que cueste un poco el que gatee, ya que lo que hará será levantarse y venir corriendo cuando le enseñemos el premio, que no hay que darle en este caso.
Conforme lo vaya haciendo mal, nuestro perro se dará cuenta de que no es lo que esperamos de él, así que empezará a arrastrarse hacia nosotros, primero quizá un poco y levantándose, aunque lo entenderá en cuanto lo haga un par de veces y reciba su premio.
Dependiendo de la raza le costará más asimilarlo, pero no es un ejercicio complicado y lo puede hacer cualquier perro si nos lo proponemos.
Podemos complicarlo un poco dando la orden a distancia
Cuando el perro ya gatea sin fallar en la mayoría de las ocasiones, lo que quiere decir que tiene controlado el truco, podemos dar un paso más allá y complicarlo.
Para ello lo que tenemos que hacer es ir añadiendo distancia cuando damos la orden. Esto quiere decir que le pedimos que se siente y se esté quieto, nos alejamos unos metros y entonces le ordenamos que gatee.
Con eso, lo que conseguimos es que la distancia que recorre pegado al suelo sea cada vez mayor, haciendo que el truco sea más espectacular, aunque siempre con precaución y dejando que solo lo realice durante unos metros, pues no queremos que nuestro perro se haga daño.
Pasado un tiempo, ya no hará falta que le demos una golosina, aunque sí que conviene hacerlo de vez en cuando y felicitarlo de manera efusiva, darle su juguete preferido, etc., todo con el fin de que el perro entienda que estamos muy contentos con lo que ha hecho.
Sirve para mantener su cabeza ocupada
Además de para presumir, enseñarle este truco servirá con el fin de mantener su cabeza ocupada, puesto que hay varias razas que lo necesitan, como por ejemplo los perros pastores y todos aquellos que son muy activos.
En muchas ocasiones, algunos de estos perros terminan en refugios porque sus dueños no saben darle lo que necesitan, que no es más que pasar tiempo con ellos y enseñarles trucos de esta clase, con los cuales los animales disfrutan y ocupan el cerebro aprendiendo.
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